En la entrega de hoy, uno de los pájaros urbanos más lindos: el benteveo.
1 Su nombre en el dni de la biología es Pitangus sulphuratus, que etimológicamente viene de un frankenstein raro, Pitangus latiniza el nombre indígena Tupí, que significa cazamoscas y Sulphuratus, que viene de azufre. Una vez más el nombre registra acto y estética.
En estas tierras, y regidos por este mismo impulso de nombrar por el efecto que el pájaro genera en uno, llamó más la atención el sonido que el acto alimenticio y le pusieron Bichofeo. No importa que decirle bichofeo a un ave tan linda genere una contradicción. Si un marciano nos observara y tendría que nombrarnos como pueblo nos llamaría Contradiccina. “En el extremo sur del continente del Este, se extiende Contradiccina, donde moran los Contradictorios”.
2 Como todo pájaro en contacto con el humano, tiene leyendas alrededor. Los guaraníes le suponen maldad.
“... el benteveo es un nieto de mal corazón al cual el dios Tupá convirtió en pájaro por no alcanzarle a su abuelo moribundo un vaso de agua.”
Un forro Tupá. Dale vos el vaso de agua al viejo si sos tan Dios. Qué bronca dan estos dioses que gozan más del castigo que de la benevolencia.
Como los gatos negros, el benteveo fue cargado con la mistificación de la probabilidad: En algunos lugares se tiene la creencia de que cuando el benteveo grita al mediodía junto a una casa, avisa la llegada de gente inesperada: parientes, amigos o personas extrañas.
Invito a los lectores a llevar un registro de doble columna: pájaro que cantó / evento.
Benteveo / cayó la suegra
Hornero / llegó la boleta del gas
Chimango / ganó Huracán
En eso de la mistificación de la probabilidad, hay un punto medio que parece ser ocupado por el benteveo. No se puede otorgarle significación a la presencia de algo que está todo el tiempo presente (una leyenda esquimal que diga que si hay nieve viene alguien) o que ocurra muy esporádicamente (si hay un puma en la ciudad significa que muere alguien - salvo que se refiera a que efectivamente si hay un puma en la ciudad puede morir alguien bajo sus garras-). Encontré más significaciones:
El canto de un pitogue o benteveo, indica que alguien cercano está embarazada. (idea: Bentevetest cuyo slogan podría ser “¿te hiciste la BTV?”)
Mucha gente asocia el canto del benteveo con un mal presagio o incluso con el anuncio de la muerte. Alguien que llega asociar el benteveo a la muerte o vive en un estado en guerra -o trabaja en terapia intensiva- o todo le significa la muerte. Lo interesante es que el mismo pájaro anuncia nacimientos y muertes. Es el Ave de la Pirámide Poblacional.
Otro significado: Si te alejaste de tus prácticas espirituales y rezar tus oraciones o cualquier otra cosa que haya mermado esa conexión, ver esta ave puede ser una señal para cuidar más tu conexión con lo espiritual. Una notificación de Dios, un signo de advertencia.
Pero la peor es una leyenda misionera: es una reencarnación de una anciana que, acostumbraba a llamar a sus hijos para que le encendieran su cigarro a los gritos de «Che pito ogue» (‘Mi cigarro se apagó’) (...) pero posteriormente distorsionó el grito debido al cansancio, pasando a exclamar: «pitogüé». Abandonada por ellas a su suerte, cansadas de su tiranía, y muerta, les aparece en la figura del ave que en todo recordaba a la vieja: las patas agarradas en la rama se parecían a los dedos de la vieja apretando el cigarro; el pico, la nariz puntiaguda de la anciana; y la franja que tenía en la cabeza, la vincha con que ella se sujetaba el pelo… y que los persigue a los gritos chillones de ‘¡pitogüé!, ¡pitogüé!'
3 Es tan pregnante “bichofeo” que por más que uno quiera forzar otra interpretación, no logra desplazar esa traducción. Alguna vez de chico pensé que el propio pájaro gritaba “benteveo” en vez de “bichofeo”, como queriendo corregir el error. Quizás por eso su sonido es potente entre los edificios o los escasos árboles de la pampa.
En Colombia le dicen “cristofué”, no se sabe si se refieren al apocalipsis o a la autoría de un milagro. En Paraguay, “penehué” (sin comentarios) o “pitogüe” que es el origen de Pitangus, como ya se dijo.
4 Además de bichos, el benteveo puede pescar. Lo hace de manera muy similar a la del martín pescador, llevándolos hasta una rama y matándolos a golpes que da contra ella. Quizás esta descripción no tenga en cuenta que el pez fuera del agua puede morir sin que sea necesario ocasionarle un traumatismo contra una rama.
5 Todas estas interpretaciones masivas e intensas sobre el benteveo me hicieron acordar a lo vivido estos últimos días con el disco de Dillom en las redes sociales (nunca tan “redes morales”, como les dice el uruguayo Darwin). Lo que me dejó ver mi burbuja algorítmica fue la de supra 35 extasiados y supra 45 puteando a los extasiados. Hasta yo me ligué un hateo de amigos por poner que un tema me hacía acordar a Joe Crepúsculo (que no dista mucho de algunas gambetas sonoras que los productores de Dillom hicieron en este disco pero como hay un océano de por medio, no llega el wifi del odio).
Casi no escucho música etariamente joven. Un poco porque tantos años de escucha hacen que no me genere sorpresa lo musical (cada sonido del disco de Dillom remite a algo escuchado, algunas cosas lindas y otras feas) y el pop sin sorpresa es una galleta de arroz redonda con casancrem como torta de cumpleaños. Y otro poco porque la forma de consumir cualquier novedad de la industria cultural es brutalmente efímera. La instantaneidad del click se comió una parte importante del consumo cultural del siglo 20, que era la expectativa. Uno leía una reseña, juntaba plata y según lo recaudado, compraba el disco o se lo hacía grabar. Todo ese tiempo entre la data y la música, iba fermentando una predisposición macerada. Pero además, al comprar un disco o grabar un cassette, el objeto quedaba. Persistía. Demandaba una nueva escucha por el solo hecho de existir o de su costo. Y la actitud frente a un disco comprado rara vez era un instantáneo “es una mierda”, eso venía con los años. El dinero y el tiempo usado para llegar a la escucha imponía un respeto. Hoy nos convertimos en el niño rico que descarta todo sin satisfacerse con nada.
Si uno escucha el disco de Dillom como se escuchaba un disco hace 30 años, le prestaría atención a las capas de sonidos que incluyen pantanos y espejos de agua, a los cortes abruptos con silencios que duran más de lo que la cabeza espera de un silencio en medio de una canción, el procesamiento de la voz, nunca directa (nunca honesta, dirá alguien), las letras de adolescente tortuoso (que es como vienen los adolescentes ahora, dirá otro) intentando lidiar con las frustraciones a través del enojo y el consumo.
Escucharía con cierta tristeza que Calamaro sea un referente juvenil; la persistencia de los sonidos de rocknacional reaccionario en algunos solos o estructuras melódicas; la cadena de favores entre productos, el esquema Ponzi del feat., como la monetización del prestigio; se resignaría a un “se me pegó este tema de mierda” en la ducha, y un “pensar que cuando esto lo hacía Portishead decíamos que era artie y ahora es Portishead con letra de pijas”. Pero eso es el artie hoy, ¿por qué no? si las categorías mueren, como todos.
Lo nuevo es viejo. Pasaba antes, pasa ahora. El tema es que nosotros vamos por la tercera vuelta y hay que hacer un gran esfuerzo para encontrarle el gusto al chicle.
El desafío es no amargarse con la boludez.
6 Volviendo al benteveo, hace unos meses grabamos esta canción en su honor con la heredera, sin referencias a ninguna vieja vengándonse ni el anuncio de la visita de un cuñado de San Lorenzo. Un benteveo suelto.