1. Este verano conocí Chile. En una expedición a la pingüinera de Ancud, en la hermosa isla de Chiloe, vimos cuatro especies de Cormoranes. Los cormoranes parecen patos. El biguá es el más conocido por acá, pero hay algunos que no parecen patos. Ni cisnes. Ni gansos.
Están todos metidos bajo el tecnicismo del género Phalacrocorax, que significa “calvo” + “cuervo”. El orden, o sea el paraguas más grande que cubre este género, es el de las Suliformes. Los cormoranes lo comparten con los alcatraces, las fragatas (no las conozco) y las aves serpientes (que tampoco conozco y no sé si quiero conocer).
Los cormoranes tienen una de esas virtudes que también son una complicación, su crisis es oportunidad, su neurosis: las plumas que cubren su cuerpo no son totalmente impermeables al agua. Eso los hace ser muy buenos cazadores submarinos (aumentan de peso al mojarse), pero también los obliga a estar mucho tiempo con las alas extendidas al sol. Cara al sol con las alas extendidas como un águila bicéfala puede hacernos creer que son pajaros fascistas pero no. O sí. Les grité si eran fascistas y no me respondieron.
2. En Japón y China usan los cormoranes para pescar. Les atan un hilo en la garganta, los mandan al mar y cuando cazan un pescado se les queda atorado a medio tragar, así que los traen de vuelta y le sacan la presa de la faringe (o el nombre que tenga lo que hace de faringe en las aves). Son como los cordobeses que mandan los dogos a cazar jabalíes. Todo lo descrito en este párrafo es abominable, sí. Como nací en Córdoba puedo decirle abominables a los cordobeses que cazan con dogos. Qué perro feo. Y como todo feo es rencoroso. Un dogo te denunciaría en el reino del fascismo cormorán que canta Cara al Sol con la camisa nueva. (si esta referencia, puesta por segunda vez, no se entiende, ver la playlist)
3. Canciones con cormoranes es difícil, sin embargo encontré una de Damon Albarn de un álbum solista que ni sabía que existía. Es una canción oscura, medio Scott Walker pero sin la intensidad de Scott. De fondo puso un ritmo de casiotone. Es la típica canción de relleno donde se ponen “cositas” en un intento inútil de hacerla “climática”. Estaba escuchando Godspeed you! Black Emperor antes de ponerla. Mal timing, Damon.
4. Un tal Fionn Regan hizo una que se llama Cormoran Bird (sic). Se ve que se puede confundir con un Cormoran … auto? Es un buen nombre para un modelo de auto: las puertas abiertas, negro, al lado del océano. “CORMORAN: tu estilo, tu vida”. Es malo el tema. Esos falsos Chris Isaaks a los que Pitchfork, que en paz descanse, les ponía 9.83.
5. Nuestro Cormoran más conocido es el biguá que tiene un nombre distinto por cada rincón de las Américas que habita. Biguá común. Biguá negro. Buceador. Chancho de agua. Chumuco. Chumuco grande. Chumucuco. Chumusco grande. Cormorán. Cormorán biguá. Cormorán negro. Cuervo calvo. Cuervo de agua. Cuervo de mar. Cuervo marino. Mbiguá. Ochogo. Pájaro chancho. Pájaro negro. Pájaro víbora. Pareka. Pato cabeza de víbora. Pato chancho. Pato cuervo. Pato del diablo. Pato hediondo. Pato negro. Pato pescador. Pato yeco. Urubuá. Yecu. Yecún.
Los bautismos populares de los pájaros tienen dos formas: una en donde el nombre describe alguna característica del ave. Puede ser algo de sus actos (“Buceador”), de sus formas (“Pato Chancho”), de sus formas + habitat (“cuervo de agua”), de la proyección que el observador hace sobre el animal de sus propias falencias (“pato hediondo”) o, lo que es más interesante, un bautismo mítico.
El biguá tiene una leyenda que arranca así.
M`biguá era un joven guaraní esbelto, fornido y experto pescador, vivía feliz en compañía de su mujer. Ella se llamaba Yerutí.
Después pasa algo digno de video juego de los 80s: viene un malo (Kapi’igua, un carpincho) que rapta a la doncella y el esbelto fornido sale a rescatarla. Al final mata al oponente pero no encuentra a Yerutí, así que se transforma en pájaro para poder seguir buscándola. Hay que reconocer que es más fácil buscar una princesa en forma de ave que de esbelto fornido. El relato no tiene final, no sabemos qué pasaría si se la encuentra. En general hay un truco para la vuelta de estas transformaciones (el beso de la princesa a la rana, por ejemplo) y acá no sabemos cómo sería. Es probable que la princesa a esa altura haya cambiado y en vez de un esbelto fornido prefiera tener al lado un ave.
6. Encontré un pdf con una lista de fauna de caza permitida por las autoridades chilenas (esbirros de Capiverá). El biguá (“pato yeco” en el pasaporte falso que usa en Chile) puede ser cazado con un límite de 15 ejemplares diarios.
7. “Casimiro Biguá” es una canción de Hugo Gimenez Agüero, un artista nacido en Balcarce que adoptó la Patagonia como hogar y Yo Geográfico luego de que le tocara hacer la colimba en Río Gallegos. Con una cadencia en tonos menores de canción de protesta del género “peguémonos un tiro el domingo a la tarde” el tema habla de un cacique tehuelche que era un terrateniente originario. La letra elogia primero que nada su pertenencia a la realeza tehuelche (Casimiro gran cacique) e inmediatamente después mete un tecnicismo folclórico con esa falsa naturalidad de la apropiación cultural de gente buena con buenas intenciones (señor de la lengua aonikenk). Esa naturalidad cae en la segunda estrofa, donde empezamos a entender que el elogio de Casimiro Biguá es porque
“En el idioma del viento
en aquellos tiempos supiste gritar
con tus hermanos de raza
por esta Argentina vamos a luchar.”
No se entiende muy bien si se honra el espíritu tehuelche o argentino. Quizás Gimenez Agüero haya querido homenajear el sincretismo. Recita en medio de la canción:
“Por aquellos días Casimiro Biguá llegaba hasta el estrecho de Magallanes luciendo en su brazo y al frente de su tribu la bandera celeste y blanca, en su pecho lucía el blasón con que el gobierno de su país: ARGENTINA, le honrara, nombrándole cacique general de la patagonia”.
Mucha información. No quedó otra que ir a ver la historia.
Casimiro Biguá nació en 1819. Fue un cacique principal tehuelche (o aonikenk, como me corregiría Hugo) en los últimos 34 años de su vida. Su origen es un tanto triste. Su madre lo entregó a un tal Francisco Fourmantin, administrador de una estancia, a cambio de tres días de aguardiente gratis. A Fourmantin lo apodaban Bibois (en francés “bibuá”), que según el diccionario significa “baratija”.
Casimiro adquiere como apellido el apodo de su padrino y esa yerra simbólica de alguna manera determina la lógica de su historia. Se escapa del francés y vuelve con su tribu para ser cacique. En ejercicio de esas funciones, comercializa con Chile y participa de misiones evangelizadoras anglicanas. El presidente chileno Bulnes lo invita a Santiago y le da el grado y sueldo de Capitán.
La relación con Chile se rompe y lo degradan después de acusarlo de un saqueo en Punta Arenas. Casimiro Baratija vuelve al territorio nacional y lleva una vida de rosca y diplomacia. Establece lazos con Mitre, que también le da un título militar argentino (se ve que le gustaba). En resumen, Casimiro Biguá, lejos de ser un ave que buscaba a su amada, no fue otra cosa que un hábil gestor de una tribu que negoció con Santiago y Buenos Aires, se benefició del comercio hacia un lado y otro ofreciendo garantías territoriales (en una oportunidad defendió a los colonos ingleses de los malones de Calfucurá) a quien tenía enfrente en las mesas de negociaciones. Es por eso que instala una bandera argentina en el Sur y logra captar post mortem la fantasía nacionalista de Gimenez Agüero, a quien hay que reconocerle el dudosos mérito de ser el primero en rimar “comandante” y “adelante”:
Casimiro cuantos sueños
señor de la lengua ahoniken
con don Luis el comandante
siempre mirando adelante
Hugo Gimenez Agüero es también el autor de “Cacique Yatel”, grabada por Iorio, Flavio y Ruben Patagonia. Un manifiesto utilizando otra vez el fetiche y fantasías sobre un Cacique para decir “porque ha nacido tehuelche / y antes que nada argentino”. Detrás de una reivindicación que bien podría tener una edición infantil en Sudestada, se huele el nacionalismo como síntoma de xenofobia anitchilena (y anti mapuche, porque las parejas de este doble, como no se cansa de decir es argentina-tehuelche vs chile-mapuche). Pero bueno, quizás estoy siendo injusto con esta lectura. Quizás la reafirmación de lo argentino usurpando una legalidad histórica tehuelche sea solo para diferenciarse del otro pueblo vecino: el océano Atlántico y Aquaman, gringo invasor.
8. Eso es todo por ahora, hasta el próximo avistamiento.
Por acá martes, también felices recordando letras... mirá la última estrofa de:
Pleamar de Águilas
Canción de Invisible - Luis Alberto Spinetta
Cuento las estrellas
En el libro que un dios me dejó
Cuento ya las horas
Todo tiempo me disparará
Lejos de aquí
Atrás del mar
Donde la materia es luz y nada más
De allí zarpa el barco lento, pleamar
Con el sol a barlovento
Pleamar, pleamar
Pleamar de águilas
Capitán busca los vientos
Antes de llorar
De allí zarpa el barco lento
Pleamar
Con el sol a barlovento
Pleamar, pleamar
Pleamar de águilas
Capitán conserva el rumbo, antes de soñar
Llega pronto, pronto a tierra
Como el cormorán
Si las águilas se esfuman, amanecerá
Fuente: Musixmatch
Compositores: Luis Alberto Spinetta
Letra de Pleamar de Águilas © Edifon S.r.l.